El personal sanitario se manifestó con un ruidazo frente al hospital local. La delegada gremial Roxana Heredia denunció precarización, descuentos por parar y falta de respuestas del gobierno.
En una jornada marcada por el malestar y la bronca contenida, el personal de salud del hospital de La Quiaca se movilizó este jueves en el marco de un paro provincial convocado por ATSA, con el objetivo de rechazar el escaso aumento del 2% ofrecido por el Gobierno de la provincia de Jujuy.
En diálogo con los medios locales, la delegada gremial Roxana Heredia, referente de la lucha en la frontera, explicó que la modalidad adoptada en la ciudad fue un ruidazo y olla popular en la entrada del hospital, en sintonía con la jornada de lucha que tuvo epicentro en San Salvador.
“Estamos tristes, enojados. El gobierno no escucha. Nos ofrecen un 2% que no alcanza ni para un litro de leche, y encima si paramos, nos descuentan”, expresó Heredia.
Paro con asistencia y retiro: cuidar a los pacientes, sin dejar de protestar
La medida de fuerza fue con asistencia y retiro temprano, es decir, los trabajadores se presentaron a las 8 de la mañana y luego se retiraron, garantizando previamente la atención mínima necesaria para no desproteger a los pacientes.
Heredia fue clara sobre la difícil dualidad que enfrenta el sector:
“Nos reclaman que no paremos porque atendemos vidas, pero tampoco podemos callarnos. Tenemos compañeros que no pueden comer bien, que tienen miedo a los descuentos, pero que igual apoyan la lucha. La salud está en crisis, y el gobierno parece no entenderlo.”
“Fuimos héroes en pandemia. Hoy somos ignorados”
Uno de los puntos más repetidos por los trabajadores fue la falta de reconocimiento real tras la pandemia. “Durante la emergencia sanitaria, nos aplaudían, nos decían héroes. Hoy no valemos ni un aumento digno”, lamentó la delegada, mientras se compartía arroz con leche entre los manifestantes como gesto de unidad y resistencia en el frío de la puna.
El malestar crece en toda la provincia, y en la frontera las condiciones se agravan aún más por el aislamiento geográfico, los costos de vida elevados y la falta de recursos estructurales.
Sueldos congelados y castigos por parar
Uno de los temas más sensibles en el reclamo quiaqueño es que muchos trabajadores no adhieren a las medidas por temor a los descuentos. “Tenemos salarios que ya no alcanzan para nada, y si encima paramos, nos quitan más. Es una trampa cruel”, explicó Heredia, quien también destacó que la adhesión fue parcial pero comprometida, y que muchos se acercaron a manifestar su apoyo aunque no pudieran ausentarse de sus tareas.
Un llamado urgente a la conciencia
“La salud está colapsada y necesitamos que la sociedad lo vea y que el Estado lo entienda. No somos descartables, seguimos siendo esenciales, aunque no nos lo quieran reconocer”, concluyó Heredia, convocando a toda la comunidad a solidarizarse con los reclamos del sector.
La Quiaca, una vez más, demuestra que incluso en la altura extrema de la provincia, las voces de la salud se hacen escuchar. Porque cuando el sistema colapsa, quienes lo sostienen también merecen ser cuidados.