La ciudad de La Quiaca vivió un emotivo y significativo aniversario institucional. La Escuela de Educación Técnica cumplió 37 años de vida y lo celebró con un acto que dejó huella: la profesora Mónica Siles, su histórica directora, anunció su jubilación, cerrando un ciclo de décadas al frente de una comunidad educativa que creció con ella y gracias a ella.
“Hoy me entregaron la notificación. Estoy oficialmente jubilada. Cumplí mi ciclo. Me voy feliz, sabiendo que hice todo lo posible para que la escuela tenga lo mejor”, expresó Siles, visiblemente conmovida. Su gestión no solo marcó hitos de infraestructura y crecimiento institucional —como la apertura de nuevas aulas, la creación de la oficina de asesoría pedagógica y la incorporación de un vicedirector— sino que logró posicionar a la Escuela Técnica como uno de los pilares formativos de la región.
Con una matrícula actual que supera los 700 alumnos, la escuela no solo duplicó su capacidad, sino también su influencia. “Cuando ingresé, ni oficina tenía el vicedirector. Hoy dejamos una institución mejor equipada, más preparada para el futuro”, señaló Siles, en un repaso de su extensa y fértil gestión.
Un semillero de profesionales y orgullo quiaqueño
La ceremonia estuvo cargada de emoción y orgullo al ver entre el público a ex alumnos ya convertidos en técnicos profesionales, funcionarios públicos y empleados municipales. Desde el área de “Dragones Eléctricos”, varios egresados que hoy iluminan la ciudad con su trabajo regresaron a su alma mater para homenajearla.

“Estar acá, ahora como profesional, y compartir este momento, es un círculo que se cierra con gratitud. Esta escuela nos formó, nos dio herramientas y nos enseñó a trabajar por la comunidad”, compartió Cristian, responsable del alumbrado público de la Municipalidad. Su testimonio, como el de tantos otros, ratifica el valor social de la institución.
El legado de las docentes: memoria viva y corazón docente
También estuvo presente la profesora Francisca Liquitay, recientemente jubilada, quien recordó con emoción: “Esta escuela me marcó la vida. Compartir con los estudiantes cada día fue un regalo. La pandemia nos desafió, pero nos reinventamos. Aprendimos a llegar a nuestros chicos con nuevas herramientas, a pesar del dolor”.

Su mensaje se sumó al de ex alumnos como Claudio Sosa y Sergio Serapio, quienes integraron las primeras promociones. Hoy, sus hijos siguen estudiando en la misma institución, lo que habla del legado intergeneracional que supo construir esta comunidad educativa.
Más que una escuela: un símbolo de transformación
Desde sus humildes comienzos —“una escuela rancho”, como la definieron algunos de los pioneros— hasta convertirse en una institución reconocida en toda la región, la Escuela Técnica de La Quiaca es mucho más que un edificio: es símbolo de progreso, de oportunidades, de identidad.
El acto fue también la oportunidad para recordar cómo la escuela ha sido protagonista de mejoras edilicias y de formación profesional gracias al trabajo conjunto entre la comunidad, el gobierno local y provincial, y a la incansable gestión de sus autoridades.
Una puerta que se cierra y muchas que se abren
La directora Siles, en su despedida, dejó un mensaje contundente: “A donde vayan, siempre sean técnicos de esta escuela. Lleven con orgullo lo que aprendieron aquí y no dejen de volver. Esta escuela siempre tendrá los brazos abiertos”.
La comunidad educativa, ex docentes, alumnos actuales y egresados se abrazaron en un festejo que fue también homenaje, promesa y compromiso. La Escuela Técnica no solo celebra sus 37 años: renueva su misión como faro de conocimiento, esfuerzo y transformación social para toda La Quiaca y la región.