Una obra con corazón comunitario
En una ciudad como La Quiaca, donde las necesidades básicas aún demandan respuestas urgentes, la llegada del agua potable al barrio Luján es mucho más que una mejora de infraestructura: es un acto de justicia social. En estos días, se concretó el inicio de una obra largamente esperada por los vecinos de la calle Formosa, entre Pellegrini y Salta, quienes gracias a un esfuerzo compartido con el municipio y Aguas Potables de Jujuy, están por acceder al servicio esencial que dignifica y transforma la vida.
Detrás de esta conquista, hay un equipo técnico encabezado por el arquitecto Rubén López, responsable de Obras Públicas, y una decisión política firme del intendente Dante Velázquez, que se propuso que ningún quiaqueño quede excluido del derecho al agua.
Trabajo en equipo: el vecino como protagonista
En este caso, el modelo de obra fue de vía mixta: mientras que el municipio y Aguas Potables facilitaron los materiales e infraestructura técnica, los vecinos tomaron la iniciativa de realizar las excavaciones del terreno. Así lo confirmó el arquitecto López: “Como no contábamos con el personal necesario para las zanjas, los propios vecinos se pusieron al hombro la tarea. Ahora sólo falta el perfilado final para comenzar con la instalación de la cañería”.

El tramo a cubrir será de 96 metros de red que beneficiará a unas 20 familias del sector. Las piezas que faltaban llegaron desde San Salvador de Jujuy, lo que permitirá que esta semana se inicie formalmente la conexión. La obra incluirá el empalme, las pruebas de presión necesarias, el tapado de la zanja y un repaso con maquinaria para dejar la calle accesible.
Una política de inclusión territorial
Desde el inicio de su gestión, el intendente Dante Velázquez ha dejado en claro que el acceso al agua potable es un objetivo prioritario. La extensión de redes en barrios periféricos, muchas veces olvidados por administraciones anteriores, demuestra que la gestión municipal no espera promesas lejanas: responde con hechos concretos y compromisos cumplidos.
“No queremos que ningún quiaqueño se quede sin agua durante esta gestión”, señaló López, sintetizando el espíritu de una política territorial que entiende que la infraestructura no puede depender del azar o la ubicación geográfica, sino que debe llegar a todos por igual.
Testimonios que emocionan
Entre los vecinos, la emoción es tangible. “Por fin vamos a tener agua en nuestras casas, ya no vamos a depender de tachos o vecinos solidarios. Es un gran alivio”, expresó una residente de la cuadra, visiblemente agradecida por el esfuerzo colectivo.
Este tipo de obras no solo mejoran la calidad de vida: recuperan el tejido comunitario, generan confianza en las instituciones y demuestran que el compromiso político, cuando es acompañado por la voluntad de la gente, puede producir transformaciones reales.
El agua como derecho, no como privilegio
En tiempos donde muchas regiones de Argentina viven la paradoja de convivir con fuentes hídricas sin acceso garantizado, este tipo de intervenciones municipales marcan la diferencia. La red de agua en el barrio Luján no es una dádiva: es el resultado de una visión política que entiende que los derechos no se mendigan, se conquistan.
Desde La Quiaca, con obras pequeñas pero gigantes en impacto, se construye una ciudad más justa, solidaria y equitativa.