En una jornada cargada de emoción, ternura y compromiso real, La Quiaca celebró el 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente con un acto que dejó sembradas más que plantas: dejó sembrada conciencia.
Frente al edificio de la Escuela N.º 113 “Antártida Argentina”, niñas y niños de todos los grados realizaron, junto al intendente Dante Velázquez, la primera promesa ambiental institucionalizada de la ciudad. Un gesto simbólico pero poderoso que convirtió a cada niño en un guardián de la tierra, un defensor del aire, del agua, de la vida misma.
“Por los niños doy todo. En ellos está ese futuro que ya es presente, pero que hay que garantizarlo con oportunidades, con verdad, con empatía”, expresó visiblemente conmovido el intendente Velázquez, quien compartió el momento junto a docentes, directivos y familias de la comunidad.
“Cuidar el planeta es cuidar nuestra vida”
Bajo el lema global de Naciones Unidas, el municipio —a través de la Secretaría de Medio Ambiente y en articulación con las instituciones escolares— organizó una jornada de educación ambiental que incluyó promesas, charlas, canje ecológico y entrega de plantines.
“La Quiaca amerita este fuerte compromiso. Que el mensaje de los chicos llegue a cada casa. Cuidar esta tierra bendita es un deber de todos”, afirmó Velázquez.
La jornada no fue una efeméride más. Fue un verdadero acto de ciudadanía ambiental, en una provincia que enfrenta serios desafíos ecológicos: sequías, deforestación, acumulación de residuos y pérdida de biodiversidad.
“Nosotros vivimos con las plantas, con la tierra, con el viento… tenemos que enseñar a cuidarlas desde pequeños”, dijo Mery, porterita con 21 años de trayectoria, referente natural del invernadero escolar y ejemplo vivo de que el cuidado comienza en lo cotidiano.
Canje ecológico y reciclado: una escuela modelo en acción
La directora de la Escuela 113 destacó que esta actividad no es aislada. La institución trabaja todo el año en la separación de residuos, reciclado, reutilización y canje ecológico. Ejemplo de ello: las cáscaras de huevo recolectadas se intercambian por productos de limpieza, generando un circuito sustentable y educativo.
“Nada se tira. Todo tiene una segunda vida. Y los niños lo entienden perfectamente”, expresó la docente con orgullo.
“Tenemos lombrices californianas, hacemos compost, cuidamos cada plantita… desde preescolar hasta séptimo grado, todos participan”, sumó Malvina Gerónimo, secretaria de Medio Ambiente municipal, quien celebró que los docentes “son verdaderos líderes ambientales”.
La promesa ambiental: cuando los niños enseñan a los grandes

La escena fue inolvidable: una fila de niños y niñas, algunos aún con guardapolvo, otros sosteniendo sus pequeños plantines, repitieron en voz alta su promesa de cuidar el planeta. En sus ojos no había duda. Había verdad.
“Es un acto muy lindo. Ellos captan mejor el mensaje cuando son pequeños. Y nosotros los adultos también deberíamos aprender de ellos”, afirmó otra de las docentes mientras entregaban panchos como cierre festivo de la jornada.
Educación, medio ambiente y amor: el nuevo contrato social de La Quiaca
Desde la gestión municipal destacaron que el cuidado ambiental no es una política aislada, sino parte de una visión integral que cruza educación, salud, inclusión y soberanía local. Desde los e-Sports al reciclado, pasando por infraestructura ecológica y forestación urbana, La Quiaca empieza a escribir un nuevo modelo de comunidad: una que se piensa a sí misma como parte del ecosistema.
“Apostamos a formar ciudadanos conscientes. Y para eso tenemos que empezar desde la niñez. Este es el camino”, cerró Velázquez.
Porque cuidar el planeta es también cuidar a quienes lo habitan
La promesa ya está hecha. Y no fue un simple acto: fue una declaración de principios.
Desde lo alto del país, La Quiaca enseña que la esperanza no se declama: se planta, se riega y se celebra en comunidad.